El gráfico muestra la capacidad en matemáticas de los alumnos autóctonos y la de los hijos de familias inmigrantes de primera y segunda generación a los 15 años. En España, el rendimiento de los alumnos de origen inmigrante de primera generación es inferior en 55 puntos, y el de segunda generación en 34 puntos respecto al de los alumnos autóctonos, lo que equivale a un retraso estimado de un año de enseñanza (el avance registrado en un año escolar representa alrededor de 40 puntos en las pruebas). Este retraso constituye un problema generalizado en Europa, ya que incluso en los países nórdicos, cuyo sistema educativo se considera modélico, las diferencias son mayores.
