Sorcha Edwards es la secretaria general de Housing Europe, la Federación Europea de vivienda pública, cooperativa y social. La principal misión de esta agrupación de entidades sociales es trabajar para que todos los ciudadanos europeos tengan una vivienda digna que les permita alcanzar su máximo potencial, especialmente aquellos que residen en las áreas más desfavorecidas. Como responsable de las relaciones institucionales de Housing Europe, ella es la voz y el rostro en Bruselas de un lobby que lucha desde hace treinta años para promover políticas de vivienda inclusiva y una transición energética justa en la UE y en toda Europa.
¿Cuál es hoy en día el principal problema de la vivienda en Europa?
Que sea asequible. Sin ninguna duda.
¿Es un problema que afecta de igual modo a todos los países?
Afecta a la mayoría de las grandes capitales europeas. Hay una brecha, que cada vez es mayor, entre el aumento de los ingresos y el aumento de los precios de la vivienda. Pero la gran dificultad a la que nos enfrentamos es la falta de vivienda asequible en los lugares donde existen oportunidades educativas y laborales.
¿A qué se refiere?
A que no se trata solo de tener un techo sobre tu cabeza, sino de tenerlo en un lugar donde tú puedas acceder a los servicios, la formación y el empleo que necesitas para alcanzar tu máximo potencial. Ahí es donde está la brecha más importante.
Estamos viendo como los estudiantes tienen que rechazar las plazas universitarias que han logrado porque no hay alojamiento para ellos en las grandes ciudades, o no pueden hacer frente a su coste. Lo mismo pasa con los profesores o los profesionales de la salud, que tienen que renunciar a oportunidades laborales porque no pueden encontrar una vivienda asequible en el lugar que surge el puesto de trabajo. Y esto cuesta mucho dinero a los Estados.
¿Cuál es la relación entre vivienda e inclusión social?
El vínculo entre las desigualdades que impiden la inclusión social y la vivienda se establece desde un nivel muy elemental. Son dos conceptos que se refuerzan mutuamente: cuando se tiene una mala vivienda en un barrio malo, es más difícil acceder a una buena educación y a un buen empleo, y por tanto progresar. Y esta desventaja se transmite de generación a generación. La manifestación más extrema de esto son los desahucios.
Existen datos que demuestran que cuesta más dinero desahuciar a alguien que mediar con los residentes que tengan deudas. Así que, para mejorar la situación, también se tendrían que cambiar las leyes.
¿Qué tipo de gente está siendo excluida del mercado de la vivienda?
Hoy en día ya no hablamos de desahucios relacionados con el comportamiento antisocial, o de personas sin hogar por culpa de sus adicciones, sino de falta de vivienda por motivos económicos. Es un fenómeno creciente, y el coste humano y social es muy grande, porque ya no afecta solo a los grupos sociales desafavorecidos sino también a los grupos de población con ingresos medios.
Cada vez más una parte mayor de la población es vulnerable en cuanto al mantenimiento de su vivienda, y esto es un fracaso del mercado inmobiliario: no ofrece viviendas en la cantidad y precio adecuados. Por eso necesitamos hacer las cosas de manera diferente.
¿Cómo definiría una vivienda asequible adecuada?
Aunque no hay estándares consensuados para referirse a esta cuestión, nosotros usamos el indicador de Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea: «cuando la gente no destina más del 40% de sus ingresos a la vivienda».
En este 40%, por supuesto, está incluido el coste de la energía. Por tanto, necesitamos una mejor legislación a nivel europeo en lo que se refiere a la eficiencia energética. En 2020, la construcción de viviendas precarias debería ser inexistente. Deberían construirse viviendas muy eficientes energéticamente, con todas las necesidades cubiertas mediante las energías renovables.
En su opinión ¿habría que cambiar las normas?
Es obvio que el entorno regulatorio debe ser mejorado. Se necesita, por ejemplo, una normativa más estable en el mercado del alquiler, porque si hay falta de protección, tanto para los propietarios como para los inquilinos, el alquiler no será una opción asequible a largo plazo.
Sin embargo, aunque el cambio en las regulaciones es importante, también es insuficiente. Es solo una pequeña parte del rompecabezas. Hay muchas otras actuaciones necesarias. Por ejemplo, se ha de intervenir también en el lado de la oferta, fomentando la construcción de más viviendas asequibles de alquiler.