En Multiple Intelligences Around the World se introduce al lector en la teoría de las inteligencias múltiples según la cual hay nueve tipos de inteligencia: la lingüística, la lógico-matemática, la musical, la espacial, la corporal-kinestésica, la interpersonal, la intrapersonal, la naturalista y la existencial. La contribución central de esta obra es la ilustración de cómo dicha teoría permite ir más allá de las metodologías y técnicas de evaluación tradicionales –centradas en las habilidades lingüísticas y lógico-matemáticas– en contextos muy diversos. Con este propósito, se describe cómo ha sido aplicada en diferentes escuelas, contextos sociales y etapas educativas en varios continentes. La lección fundamental que se extrae de este trabajo es que esforzarse por atender a la multiplicidad de capacidades de los alumnos redunda en un doble beneficio. Por un lado, se consigue una mejor atención e integración educativa de los alumnos, ya que el abanico de inteligencias contempladas es lo suficientemente amplio como para que todos tengan algún tipo de capacidad en la que sobresalgan y que esta se pueda identificar, potenciar o utilizar como punto de partida para estimular otras. Por otro lado, se enriquece todo el proceso educativo, ya que la expansión del rango de capacidades que se evalúan y se fomentan requiere una mayor variedad de herramientas de enseñanza, de aprendizaje y de campos de aplicación práctica del conocimiento. Al mismo tiempo, se impulsa continuamente la dedicación y creatividad de los docentes, que se ven obligados a buscar técnicas para atender eficazmente a todas las capacidades y necesidades de los alumnos.
No obstante, en esta obra se echa en falta la dimensión crítica: apenas se dedica atención a las dificultades que se pueden encontrar por el camino; los ejemplos que se ofrecen son historias de éxito y algunos de los problemas que plantea la aplicación de la teoría son mencionados o tratados de manera superficial. Por ejemplo, no se explicita que dicha aplicación exige una inversión de recursos considerable, si realmente se persigue identificar bien las capacidades de cada alumno y potenciarlas al máximo, evitando el riesgo de encasillamiento o de una excesiva compartimentación de los conocimientos. Tampoco se pone en cuestión el hecho de que el método parece funcionar particularmente bien en escuelas pequeñas, de clase media o media-alta, y en etapas educativas tempranas, cuyos buenos resultados se deben a la intensidad de la dedicación docente junto con la implicación familiar, más que al método educativo. Con todo, el libro tiene un punto fuerte evidente: centra el debate en las posibilidades que abre la atención a la diversidad de aptitudes y ámbitos de conocimiento y desarrollo personal. La teoría de las inteligencias múltiples, tal como se presenta en este volumen, simplificaría en la práctica el proceso de individualización de la educación, ya que brinda vías sencillas de acceso a las múltiples capacidades de cada alumno, y una vez identificadas, se trata de estimularlas, con lo cual se favorece la autoestima, la autoconfianza y el aprendizaje de los niños que no captan las metodologías de enseñanza y evaluación convencionales y que, generalmente, no reciben el reconocimiento de muchas de sus capacidades ni de su potencial.
Este último punto conecta de manera particularmente interesante con el libro de Angela Duckworth, quien, mediante el análisis sistemático de distintos tipos de datos y estudios científicos en el ámbito de la psicología, persigue identificar las claves de la excelencia en diversos contextos, con especial hincapié en el rendimiento académico. Duckworth comienza exponiendo cómo el esfuerzo sostenido se ha revelado esencial para adquirir y perfeccionar habilidades. A lo largo del libro va profundizando en lo que significa ese esfuerzo perseverante, poniéndolo en relación con lo que habitualmente se conoce como talento. Finalmente, cita los rasgos que lo definen: unos objetivos elevados, bien definidos, así como el interés por la actividad en cuestión y el placer que se obtiene de ella. La conclusión fundamental de la autora es que más importantes que las aptitudes innatas y el coeficiente intelectual son la perseverancia en la práctica y el estudio, sobre todo ante las dificultades que surgen de la pasión por lo que se hace. Estas capacidades, lejos de ser algo dado y estático, son altamente maleables y susceptibles de desarrollo y estímulo.